-¡Felicidades!- el grito de júbilo resonó en la estancia. Y ella simplemente mostro la mejor sonrisa que podría colocar en ese momento.
“No me sorprende la presencia de mi madre entrando por la puerta, ni siquiera con el pastel sobre sus manos y la radiante sonrisa que siempre porta… no; no me sorprende”
La risueña mujer coloco el pastel frente de ella, diez y ocho velas encendidas y ordenadas pulcramente en todo el pastel de moka. La expectativa de todos estaba fija en ella. Miro de reojo a todo alrededor. ¿Mola?; claro que no. Cerró los ojos y soplo; los aplausos y felicitaciones llegaron en menos de un segundo, y su tranquilidad interna se fue al caño.
Cada año era lo mismo y cada año, todos acertaban erróneamente que ese día en particular era su aniversario. ¿Cómo decir no?; su madre siempre había esperado ese día con emoción; hasta a veces pareciera que la que celebraba era a ella. Pero sabía que solo lo hacía para que ella fuese feliz; y ella misma solo quería ver a su madre feliz. Era por eso que no podía decir no.
Fue absorbida por abrazos, regalos; pero ninguno que en verdad le interesase en plenitud; agradecía; más no le llenaba. No era esencialmente “eso” lo que ella quería en ese día. Lo que anhelaba era un regalo que tal vez nunca obtendría. Era un deseo difícil… más no imposible. Aun así; esperaba con ansias el verdadero día de su cumpleaños… solo por la esperanza de poder conseguir lo que en verdad deseaba.
Observo el ultimo trago de cola en su vaso desechable, empezó a moverle jugando con el liquido; estaba algo apartada del bullicio. El salón era pequeño, aun así había ciertas partes donde podría tener su propia tranquilidad sin ser molestada.
El jubilo producido en el salón de clases duro hasta bastante entrada la tarde; el atardecer se asomaba por las ventanas del lugar y los colores naranjas y rojizos iluminaron la estancia. Poco a poco sus compañeros del salón se fueron despidiendo; llevando en sus manos un detalle de la celebración; ya fuera pastel, adorno, etc.
-Christine…- su madre se acerco a ella con cautela, como cuidando cada paso que daba hacia ella hasta que se detuvo a distancia prudente- ¿nos vamos?
Giro su mirada hacia su madre, y después a la estancia; encontrándose con su sorpresa que estaba ya totalmente vacía y solo los recipientes de la basura eran los que mostraban pruebas evidentes de que hace algunos instantes atrás hubo algo más ahí que una simple festejo de cumpleaños de una de sus alumnas.
-Si…- susurro con cautela; su mamá no agregó nada más y solo dio la vuelta para ir a tomar sus cosas.
Al final se había quedado todo el rato de la fiesta en ese rincón del lugar. Lo que le extrañaba es que en ningún momento su madre se acerco a preguntar si sucedía algo malo. Nunca antes había estado ausente de sus propias fiestas por tanto tiempo. Un momento quizá, y su madre siempre respeto eso. No sabía bien que era lo que pensaba su progenitora ante esos escapes; pero intuía que nunca se le cruzo por la cabeza la idea de que tal vez le aburrían ya que cada año sucedía lo mismo.
Ella misma sabia el por que; no le desagradaba la compañía, ni la fiesta en cuestión, es solo que amaba mas la tranquilidad y la compañía que se hacia a si misma. Aunque nunca había sentido en si la esencia de la soledad. A pesar de esta solamente ella en una habitación siempre había esa sensación de que simplemente había alguien más ahí. Y esa presencia le hacia sentirse por completo bien; era por eso que a veces disfrutaba de esa bizarra soledad.
Se levanto del lugar donde se encontraba, y fue ahí cuando noto de nuevo ese ultimo trago de cola que seguía en su mano. Tan sumida había estado en su propio yo, que no noto que aparte de la fiesta había abandonado su misma presencia en el lugar.
Dejo el vaso a un lado y tomo su mochila colgándosela en un hombro, siguió a su madre quien ya la esperaba en la puerta y ambas si dirigieron al automóvil de la familia.
-¿Te aburriste?- no fue hasta medio camino a casa que su madre se atrevió a preguntarle algo
-No…- susurre con honestidad- ¿acaso di a entender lo contrario?- voltee a observarle y tal vez poder ver que era lo que pensaba en ese momento pero no lo logro. La mirada de la mujer mayor estaba al frente y sobre la carretera
-Nunca has estado tanto tiempo apartada – noto la mirada de reojo que le dedico- tal vez ya eres demasiado grande para estas fiestas- una sonrisa de diversión cruzo por su rostro
-¿Tú crees?- desde que cumplió los diez y seis años, había entrado a la prepa y pensó que eso ya no era necesario, pero como en todas las ocasiones nunca le podía decir que no a su madre- supongo que ya fueron suficientes años- confesé volviendo a fijar mi mirada fuera de la ventanilla.
-Lo siento, no quería que te incomodaras- no era necesario verla para saber que su madre estaba incomoda por el pensamiento de que tal vez le había molestado al planear eso de nuevo ese año.
-Esta bien; fue linda- replico de inmediato queriendo quitarle los pensamientos negativos a su madre- gracias…- susurro por lo bajo
-Te recompensare… mañana; ¿algo que quieras?
“¿Algo que quieras?” esa pregunta retumbo en su cabeza una y otra vez. Claro que quería algo, más sabía que aunque rogara por ello nadie podría otorgárselo mas que ella misma. Además; no era algo que se podría conseguir en la tienda de la esquina o simplemente armar a mano.
-Así esta bien mamá- una mueca parecida a una sonrisa surco su rostro y se la dedico a su madre, dándole a entender que todo estaba bien y que por el momento no quería hablar más.
Y así fue…
La oscuridad se cernía por todos lados; la madrugada había llegado desde hace horas; muchos dormían, otros trabajaban, unos simplemente corrían para poder tener un segundo más de vida.
Los callejones solitarios y mugrosos fueron interrumpidos en su tranquilidad ante la caída de uno de sus botes de basura de acero. La respiración agitada de alguien y los pequeños sollozos que le acompañaban.
Pero esa presencia volvía a tropezar y sus rodillas rasparon con fuerza el pavimento; ahora los sollozos y la respiración agitada fue acompañado por un grito de dolor. Se detuvo por un momento en su carrera para llevar sus manos al área afectada notando la piel rasgada y la sangre surgiendo de ella.
Pero la propia revisión fue interrumpida cuando el sonido de pasos caminando con total calma se escucho de nuevo. La tranquilidad de los callejones se había ido. La persona herida trato de colocarse de pie; mas sus rodillas le fallaron cayendo de forma brusca de nuevo. Cerró los ojos ante el impacto y su sentido del oído se vio maximizado.
Los pasos seguían acercándose más y a cada momento la persona se refugiaba en sí mismo. Los ojos cerrados con fuerza, y no fue hasta que escucho el silencio de nuevo fue cuando se atrevió a abrir los ojos poco a poco.
Estaba aun sentado sobre el pavimento y fue por eso que lo primero que vio fueron los pantalones del sujeto; más este no se atrevía a subir la mirada y enfrentarse con el rostro del sujeto.
Pero el sujeto pensó antes y se inclino quedando de cuclillas; aun así solo el pecho se llegaba a observar dando aviso de la gran estatura de la persona. Cerró los ojos y espero; mientras se tranquilizo, el pecho que subía y bajaba con intensidad fue perdiéndose poco a poco y una respiración normal empezó a distinguirse.
-Oye- una voz masculina y potente salió del sujeto en cuclillas; aun así los ojo no se abrieron.
Se escucho un bufido de fastidio; el sujeto tomo los largos cabellos e hizo que la persona alzara su rostro mostrando el feminismo en ella; leves manchas de sangre; aun así perduraba un toque de belleza adolescente.
-Por…favor- la voz de la chica sonó con dificultad, ronca y sin ánimos; como si rogar no fuese de utilidad y simplemente lo hacia por si había una posibilidad de poder salir de esa situación. Aun así sus ojos se mantuvieron cerrados; lo único que se movieron fueron las manos que terminaron en el pecho del sujeto y con poca fuerza empujaba con pocas intenciones de alejarse.
-No- cortante y frio; doloroso y amenazador; esa simple palabra provoco escalofríos a lo largo de todo su cuerpo.
No había vuelta atrás; al final eso se haría, desde segundos atrás sabía que así se haría y solo le quedaba la idea de aceptarlo. Abrió sus ojos con tranquilidad y por la posición que era obligatoriamente puesta pudo observar los ojos hermosos azulados del sujeto.
Los dos se miraron por unos segundos; tanto que la chica no se percato de cuando el chico retiro la daga escondida en sus botas y que su mano se dirigía a la espalda de la chica. Solo se dio cuenta cuando la hoja de hierro se enterró en su cuerpo y sintió como todo los sentidos de sus cuerpos empezaban a flaquear. El chico aun mantenía el agarre en su cabello y en su mirar azulada no se vio ni una emoción sobre la acción apenas hecha.
-¿Sabe?...- la voz de la chica estaba entrecortada, y tardo varios segundos antes de volver a tomar la palabra- no…so…soy… or…origi…nal- con dificultad termino y una mueca llena de burla cruzo por su rostro.
Ese fue el detonante para que el chico reaccionara. Los ojo se abrieron un poco más, y un brillo de molestia cruzo sus ojos; sin esperar mucho más termino por encajar la daga por completo en el cuerpo de la chica y esta en menos de algunos segundos dio el ultimo suspiro. Sin delicadeza alguna dejo el cuerpo de la chica muerta caer al piso y tomo su pertenecía salpicando el liquido rojo alrededor. La sangre goteaba por la punta de la daga. El chico chasqueo la lengua con fastidio nada disimulado y se dispuso a limpiar su herramienta.
-¿No podían haber elegido un lugar más…limpio?- el sujeto dio media vuelta para encontrarse con otra presencia que llegaba al lugar.
-No tenías por que venir- al identificar al sujeto le dio poca importancia y prosiguió con su limpieza para después guardar la daga en su lugar
-Tengo que supervisar tu trabajo Seyer- la silueta aun se encontraba en la oscuridad; dudando en penetrar hacia la poca luz que había en el lugar.
-Claro- una sonrisa sarcástica cruzo su rostro-ya deberías de saber como trabajo Caleb
-Estaba aburrido- el nuevo pateo una pequeña piedra causando más ruido de lo que quisiera; aunque por su semblante poco pareció importarle. Aunque al llamado Seyer frunció el ceño ante tal acción notando su molestia por la acción - ¿Cuántos van en la semana?- la mirada de Caleb se dirigió al cuerpo sin vida aun sobre el pavimento.
-Cuatro- dando una última mirada al cuerpo dio media vuelta y empezó a caminar con dirección a la salida del callejón; ante tal información el otro chico hizo sonidos de molestia.
-Perdemos tiempo- se quejo para seguir al sujeto sin importar siquiera dejar a la muerta detrás de ellos.
El olor a café inundó toda la casa; un perfecto despertar para ella. No era fanática del café; cuando lo tomaba siempre agregaba una pequeña dosis de más de azúcar; aun así disfrutaba de toda sus presentaciones, y mucho más de su olor.
Por eso cuando abrió los ojos ese día y lo primero que se percato fue ese magnífico olor llegar a sus fosas nasales sonrio y sin más se levanto de la cama con intenciones de bajar a desayunar.
Bajando las escaleras no le asombro escuchar ruidos de prisa y pasos que iban de un lado a otro. Ingreso a la cocina y como se imaginaba, su madre a medio peinar y vestida debatía en si terminar lo que estaba cocinándose en el sartén o terminar con su peinado.
-Buenos días- saludo mientras se acercaba y observaba la estufa encontrándose un poco de pan francés y sobre un plato algo de huevo y tocino- déjalo; yo lo hago- le quito el sartén a su madre y esta solo le devolvió una sonrisa de agradecimiento mientras salía de la cocina tratando de peinarse en el camino.
Suspiro al encontrarse sola, termino con el pan y dejo los platos en la mesa esperando a que su madre terminara. Iba a tardar un poco, era costumbre. Al igual las prisas que la mujer siempre tenía antes de irse a trabajar. Rutina de todos los días y parecía que todos los días su madre se olvidaba que también ella podía cocinar.
Fue a servirse un poco de café para esperar; tomo asiento en un pequeño banco de la barra; la cocina era pequeña lo que era grande era el comedor que estaba unida a la cocina. Solo se separaban por una barra y frente a ella la mesa de seis integrantes se encontraba.
Coloco sus pie sobre el asiento y abrazo sus rodillas con un brazo dejando el otro libre para tomar la taza de café.
Se fijo en el calendario en la pared de frente. El mes de Octubre en letras grandes, pequeñas imágenes conmemorativas del mes estaban alrededor, lo enormes cuadros de los días de la semana. Y justamente el número veinte y tres era rodeado por un marcador negro.
-Feliz cumpleaños para mi- susurro recordando que día era aquel.
Su mirada topo con el liquido negro caliente; empezó a removerlo dejando que hilos de humo saliesen en el proceso. Más todo lo hacía por inercia. Todo lo que en verdad cruzaba por su mente en aquel instante era el recuerdo de obtener su propio y verdadero deseo. Aunque siendo fin de semana; junto con la ignorancia de dónde empezar le daban nulas esperanzas de poder llegar a obtenerlo. Sus dedos pasaban con nerviosismo por la taza delineando y apenas haciendo que sus pulgares soportaran el calor que desprendía.
-Christine… tus amigos hablaron- su madre interrumpió el silencio en la estancia y le hizo volver hacia la realidad de la vida- preguntan que si puedes ir a verlos… ya sabes para festejarte he de suponer
-Gracias; los iré a ver en la tarde- le regalo una media sonrisa sincera y ambas se dispusieron a desayunar tranquilamente; no era muy cotidiano que hablaran en el desayuno, era más bien en la comida donde se desenvolvían.
Lo siguiente que sucedió fue observar como su madre se desesperaba y empezaba a entrar en pánico al ver el horario que era. Ella le dejo ser; siempre ocurría algo parecido, no veía lógica ponerse igual que se madre. Simplemente tomo las llaves, el saco y la cartera de su progenitora y abrió la puerta con las cosas en su mano estirada.
Con un rápido beso y un “cuídate” su madre desapareció del marco de la entrada de la casa y se dirigió a pasos rápidos hacia el garaje.
Minutos después el auto negro salía del territorio y se perdía por las calles.
Suspiro; de nuevo se quedaba en esa rara soledad; una soledad que contradictoriamente se sentía tan bien acompañada. Cerró la puerta y fue hacia su habitación, tenía que arreglarse.
Terminada la hora se observo en el espejo; el reflejo de una chica sobre sus 18 años se mostro. Las facciones finas y blancas de un rostro demasiado cuidado. La cabellera rojiza se amoldaba alrededor de su rostro largo; apenas y las puntas rozaban el final de su cuello; y solo era gracias a los dos últimos mechones que caían sobre su pecho que mostraba su largo original.
Desordeno el flequillo que golpeaba sus ojos azules metálicos; era justo ese punto que atraía tanto las miradas de todos. Vestía casual; la mejor manera para poder lograr que su cuerpo pasase desapercibida. Termino con una chaqueta estilo motociclista, una sencilla boina.
Con pasos rápidos salió de su hogar con las prisas encima de ella. El reflejo en el espejo le había detenido por más tiempo de lo que hubiese querido. La sensación de mejor quedarse en casa le invadió, haciéndola detener. Más no duro mucho, la sensación se fue tal como llegó y solo se sonrio a si misma por pensarse paranoica de un momento a otro.
Siguió su camino hasta detenerse frente a un pequeño edificio de apenas dos plantas. El estilo era apenas y moderno, tal vez de unos años atrás; más la sensación de bienvenida era profundamente percibida. “Librería D & D”
Por fin una sonrisa sincera cruzo su rostro y se adentro al lugar y su corazón no pudo evitar dar un brinco y detenerse por unos segundos para empezar una palpitación rápida.
-Oh! Christine… llegaste temprano- un chico de apariencias levemente infantiles y la manera en que se encontraba su cabello negro como si hubiese apenas sido revuelto por una mano traviesa hacia destacar mas su infantilismo
Aunque eso no era lo que en si le hizo detenerse; ni fue lo que le hizo sentir que el mundo se detenía por algunos segundos. El real motivo era la persona frente al mostrador. Una chica que parecía apenas llegar a la veintena se postraba de forma elegante frente de ella y el chico.
La cabellera larga negra; larga y lisa –aunque no calculaba su altura- el fleco despeinado sobre unos profundos ojos grises que parecían mas cubos de hielo que iban a clavarse en ella.
La nula expresión en su rostro marfilado y esa aura extraña de misterio y peligro.
-Chris ella es…
-Catherine…- fue su propia voz la que interrumpió a su amigo mientras la chica mencionada fruncía el ceño al saberse identificada por una completa extraña.
Sus dedos golpearon aburrido la mesa de la cafetería de siempre; en el lugar de siempre. Tres mesas al fondo del aula izquierda, lo suficientemente alejado para no ser molestado y lo suficientemente visible para que quien entrase pudiese identificarlo.
Recargo su brazo derecho sobre el respaldo de la silla mientras se pasaba su otra mano por sus cabellos rubios despeinándolos un poco; más no importaba ya que el estado natural de su cabellera era así. Solo aparto con fastidió los mechones que ocultaban sus ojos chocolate por unos segundos; dejando a la vista un pequeño lunar del lado derecho que fue cubierto rápidamente por el cabello de nuevo con naturalidad.
Checó el reloj por decima vez y bufo con aburrimiento. Cinco minutos apenas había pasado y el sentía que mínimo treinta minutos llevaba esperando en el lugar. Dejo caer su brazo libre sobre la mesa provocando un sonido seco de su reloj contra la mesa más no quiso verificar si había pasado a mayores el golpe.
Su mirada chocolate intenso se mantuvo fijo en las afueras de la ventana mientras su cabeza se ladeaba y más mechones caían sobre de él.
Sentía sobre su cuerpo una mirada; logrando que una sonrisa burlona cruzara por su rostro de manera arrogante. Alguien estaba fijo en él desde el momento en que se había sentado. Justo donde se encontraba la barra. Con disimulo rastreo el lugar encontrándose a una fémina morena. Cerró los ojos mientras la sonrisa se ensanchaba más; lo suficiente para que la chica pudiese notarlo y como esperaba suspirara por eso.
-¿Otra conquista hermanito?- abrió los ojos con lentitud al reconocer la portadora de la voz
-Llegas tarde- le replico a la chica parada frente a la mesa; mucho no se podía distinguir de sus rasgos ya que portaba un sombrero que lograba ocultar la cabellera y unos lentes negros.
-No me dejaban ir- la chica simplemente se encogió de hombros y decidió tomar asiento frente al rubio moviendo su cuerpo con elegancia notando la feminidad y la belleza – pero no es muy tarde ¿o si?
-No importa- dejo el tema a un lado y se sentó como correspondía mientras un mesero se acercaba y su hermana pedía lo que quería
-Entonces; ¿Cómo va Seyer?- sonrió ante la directa de su hermana; tal vez eso era lo que más le gustaba de ella; ser directa y dejando a un lado las tonterías de evadir un tema; si algo la caracterizaba era su valentía
-Nada; solo pistas falsas- sus nudillos empezaron a golpear la mesa en forma de entretenimiento mientras explicaba- Joan dio al orden de seguir buscando; esta confirmado que una original esta libre, pero no sabemos nada de el o ella. Aunque…- detuvo sus movimientos y alzo la mirada para poder observar el rostro de la mujer -… lo más seguro es que Edward también este en la búsqueda- espero; quería saber la reacción de la chica.
-Entiendo…- un susurro muy bajo comparado con su voz inicial salió de la garganta de la chica; se detuvo a su siguiente comentario al notar que el mesero regresaba con su orden para después retirarse. Observo la taza de humeante té como si en ella estuviese lo siguiente que iba a decir- Edward no es ningún tonto; creo que eso lo sabes mejor que nadie- terminando de decir eso dio un sorbo a la bebida
-¿Hasta mejor que tu Alice?- recargo su mentón en la palma de su mano mientras veía como su hermana sonreía con cierta travesura
-Si; hasta mejor que yo Caleb- la chica termino por quitarse sus lentes dejando libre las iris color avellana y suavemente rasgados
-No lo creo
-¿Y los callejeros?- bruscamente la chica fue a dar con otro tema directo- ¿ellos lo saben?
-Lo más seguro- suspiro con molestia al tener que recordar a los mencionados- esos idiotas siempre terminan enterándose de todo- diciendo las cosas entre dientes observo de nuevo fuera de la ventana con la idea de poder tranquilizarse; más fue interrumpido ante el estruendo de porcelana quebrándose al contacto del suelo.
Ambos hermanos voltearon a ver cual fue la razón del ruido encontrándose con una de las meseras que había terminado por tirar lo que se encontraba en su charola; y con ayuda de otros dos trabajadores más se disponía a recogerlo.
-Torpe- se quejo volviendo al vista hacia la ventana- ¿Tienes que regresar?- miro de reojo a Alice quien seguía fija hacia los tres meseros que limpiaban el desastre- ¿Alice?
-Si, solo pude escaparme por algunos minutos- como si la chica nunca hubiese estado distraída tomo sus lentes y se los coloco para darle otro sorbo a su bebida y levantarse- ¿Vienes?- ante respuesta Caleb simplemente se encogió de hombros y se paró junto con ella.
Saco el dinero necesario junto con propina y lo dejo en la mesa para empezar a caminar hacia la salida junto con la chica. Mientras ella le daba una ultima mirada a la mesera la cual alzaba la cabeza en ese momento; ella la vio desde detrás de los lentes y una suave sonrisa le dedico antes de seguir al rubio.
El silencio era lo que predominaba en el lugar; interrumpido de vez en vez por los susurros irreconocibles de Haru quien seguía detrás del mostrador debatiéndose si ver a la chica morena frente a él o a la pelirroja asustada aun postrada en la entrada.
Más ninguna de las dos parecía notar los nervios del chico; ambos mantenían la vista fija en la una y en la otra. Una con un estado de interrogación como queriendo saber el misterio del por que una extraña sabría de su nombre. Mientras las otra sentía una leve punza de esperanzas crecer en su interior al observar su más grande delirio.
-A…¿acaso… se conocen?- por fin parecía que Haru pudiese articular algo que fuese lo suficientemente coherente para poder terminar con ese silencio incomodo; a lo menso para él
-No
-Si
Ambas contestaron a la vez; y las miradas de ambas se intensificaron; aumentando la interrogación del momento y en otra surgiendo el nuevo sentimiento de la vergüenza al verse tan abrupta en su contestación.
-Vamos en la misma escuela- se excuso de inmediato Christine al ver que tanto Catherine como Haru empezaban observarla de una manera extraña- de hecho en el mismo salón.
Con eso explicado pudo notar como las facciones feministas de la morena se relajaran un poco más aun se podía ver la tensión en su rostro. O a lo menso ella lo notaba al recordar que cada vez que la veía en la escuela su rostro detonaba tranquilidad absoluta.
Aunque decir que veía a la chica muy seguido era decir mucho.
Catherine era una persona peculiar; solamente podría observarla en su totalidad una vez cada semana; pareciera que el ir a estudiar simplemente era lo ultimo de su lista al saber sus muchas ausencias. O al principio ella lo creyó así; más sin embargo al notar como los maestros siempre dedicaban ese día a la semana a presentarle exámenes particulares a la chica y esta los contestaba como su hubiese asistido en toda la semana a la escuela lo coloco en duda enseguida.
Lo peor fue cuando al término del segundo año de la preparatoria al poder enterarse de las calificaciones de la chica y notando unos grados excelentes en su boleto una pequeña chispa de curiosidad empezó a surgir dentro de ella.
Y a la siguiente mañana que vio a la chica pudo notar esa extraña aura de misterio que envolvió a la morena desde que ingreso en los territorios del plantel.
-¡Haru!- el grito estridente de alguien en la parte trasera de la librería pareció salvar al chico quien suspiro aliviado y disculpándose torpemente desapareció detrás de la cortina que daba a la sección trasera del lugar. Dejando que la tensión abrumara el lugar al verse ahora las dos chicas solas.
Aunque ninguna abrió la boca por algunos segundos; y las cosas siguieron igual hasta que la morena saco un aire indiferente y giro sobre su cuerpo para poder recargarse en el mostrador en forma de espera. Rompiendo esa conexión visual que ambas tenían.
No fue hasta ese momento en que Christine reacciono y a sabiendas que tal vez esa iba a ser su única y ultima oportunidad de quien sabe donde tomo fuerzas invisibles.
-Oye…- su voz salió ronca de su garganta y enseguida se distinguió la inseguridad que sentía en ese momento; pero a lo menos había logrado su objetivo al sentir las orbes grises fijarse de nuevo sobre de ella- yo…
-Respira- se sobresalto cuando escucho la voz de la chica; la observo en cierta forma asombrada por lo que le había dicho y al parecer Catherine lo noto- respira; estas roja
No fue hasta ese momento que noto el calor que sus mejillas transmitían afirmando lo dicho por la morena; estaba sonrojada y ese era el causante del por que de su extraña situación con poco aire. Cerró los ojos inhalando y exhalando varias veces hasta que sintió que su sistema nervioso volvía a colocarse normal; aunque levemente altera. Abrió los ojos y noto que la chica le seguía observando paciente para lo que le dijera.
-Lo siento…- susurro pensando que tal vez le estaba molestando- yo… veras; hoy es mi cumpleaños- hizo una leve pausa al escucharse a si misma diciendo eso; al saber que tal vez se escuchaba bastante bizarra diciendo eso a una total desconocida- se que no me conoces pero… yo; quería pedirte que me concedieras un deseo- sin saber como lo había logrado simplemente dejo salir la frase; cerró los ojos con temor a la respuesta pero al no escucharla los abrió de nuevo encontrándose ahora con el rostro sorprendido de la morena
-¿Qué?- inminentemente esa pregunta ya la veía venir
-Si lo se; es bastante ex…
-¡Cat!- una voz poco infantil y suavemente aguda; como si estuviese en un cambio de voz se escucho desde la parte de atrás y seguido una tercera presencia femenina salió.
No pudo evitar abrir los ojos con sorpresa al ver la péquela belleza que se colocaba a un lado de Catherine; se notaba que la chica apenas empezaba a entrar a la adolescencia madura; las facciones de una quinceañera estaba a su total florecer, los cabellos cortos y negros con extraños rayos y brillos plateados detonaban esa rebeldía que caracterizaba a la edad y lo peor de todo eran los ojos verdes zafiro que no pudo evitar quedarse colada por ellos.
-Ya tengo todo- la chica le sonreía a la morena como si se hubiese sacado una molestia de encima- ya podemos irnos; tengo hambre
-Siempre tienes hambre Kisa- Catherine sonrió ante su propio comentario y mucho más por el puchero hecho por la puberta; quien dio media vuelta dándole la espalda de forma que daba a entender que estaba ofendida; fue justo ahí que noto la presencia de la pelirroja en el lugar
-¿Quién es ella?- la chica ladeo al cabeza dándole un toque mucho más infantil dirigiéndole la pregunta a la morena
-Pues…- fue en ese momento que tanto Cat como ella notaron que nunca se había presentado
-Soy…
-Vámonos ya- de nuevo la pequeña belleza interrumpió su frase y tomando a Cat de la mano jalo de ella para poder irse de la librería dejándola a ella totalmente sorprendida
-Lo siento- eso fue lo ultimo que logro decir la morena y dirigiéndole una mirada de disculpa a Christine salió del lugar.
Ella simplemente pudo quedarse ahí, inmóvil ante el hecho de haber dejado ir su ultima esperanza de cumplir su deseo; y con un extraño sentimiento de ira profesada hacia la pequeña que sentía culpable de su fracaso. Además de esa extraña presión de dolor sobre su pecho.
-¿Christine… estas bien?- la voz de Haru seguido de su pareja saliendo de la parte de atrás le devolvieron de nuevo a la realidad; una realidad que aun no quería llegar.
Observo a ambos; al moreno y al rubio; tan distintos pero como se amaban ambos; se apretó los labios sintiendo de repente la necesidad de sacar un sonoro grito y salir corriendo de ahí; más no lo hizo simplemente cerró los ojos y negó la cabeza mientras sentía los brazos de la pareja de Haru alrededor de su cuerpo.
No supo bien cuando tiempo paso en los brazos de Tama; tratando de no dejar las lagrimas surgir y tampoco supo cuando fue que empezó a sacarlas a más no poder; pero cuando noto estaba en su habitación recostada en su cama y abrazándose a si misma. Su madre aun no llegaba del trabajo y ella sintió por primera vez un alivio al poder quedarse sola en su extraña soledad.
Aunque maldijo el momento en que sintió y escucho la péquela vibración de su celular aun dentro de sus pantalones; no estaba de humor de hablar con nadie; ni siquiera lo había hecho con Tama y Haru; pero si era su madre tendría que contestarle.
Suspiro y con pesadez saco el aparato portátil; su cuarto estaba oscuro entonces cuando sus ojos irritados e hinchados se fijaron en la luminosa pantalla tuvo que estrecharlos un poco notando que se trabaja de un mensaje; aunque el número no era el de su madre. Frunció un poco el ceño y dio abrir el mensaje encontrándose con un corto exacto mensaje.
“Siento lo de la tarde
Te espero en “Sweet & Cream” a las 2 pm
Feliz cumpleaños
Catherine”
Sus ojos se abrieron.


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